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Carlitos de Villa La Ñata: arranque en falso

-- Actualización 14/02/2018: CERRADO --

Carlitos de Villa La Ñata, emplazado en un lugar privilegiado.
Todo empezó en el Carlitos de Pacheco. Mientras le dábamos curso a unos regios panqueques con frutillas y crema, vimos un folletito en la mesa que anunciaba la apertura de una nueva  sucursal de Carlitos en Villa La Ñata como parte de un flamante paseo comercial. Se veía por demás interesante... además de la sucursal de Carlitos, había varios puestos de venta de cosas diversas, alquiler de kayaks y bicis, etc.

Al volver a casa, lo googleamos y vimos fotos de una inauguración hecha a todo trapo del simpático paseo comercial hecho con puestos de madera que se asoman al canal. Evidentemente, Villa La Ñata dejó de ser el pueblo olvidado del mundo que solía ser hace unos años. Ya teníamos plan para el domingo siguiente.

Al llegar, las cosas resultaron ser un poco diferentes de como lo habíamos imaginado (y visto). El paseo comercial tenía sólo cuatro puestitos además del local de Carlitos. Claro, las fotos que habíamos visto eran simulaciones digitales, no fotos reales, tan bien hechas que engañaban al ojo más entrenado.

Pero dejando de lado el paseo comercial, había un problema más grave: la sucursal de Carlitos fue abierta en forma claramente prematura. ¿Por qué? Paso a detallar.

Atardecer junto al río y canoas navegando.
Una moza evidentemente estresada se disculpaba continuamente de que habían abierto el día anterior, por lo cual afrontaban toda clase de inconvenientes. Por ejemplo, no tenían máquina de café, ni tampoco una batidora para la crema. "Habría que batir la crema a mano, pero tardarían mucho", explicó para excusarse de que el panqueque con banana, dulce de leche y crema tendría que ser sólo de banana y dulce de leche.

El licuado de frutillas, banana y naranja llegó mucho después de que habíamos liquidado los panqueques. La excusa de la excesiva demora fue que el muchacho de la cocina todavía no estaba muy ducho en sus tareas. Probablemente estaba más estresado que la moza. Sin embargo, había como mucho cinco mesas ocupadas, o sea, no había razón para estresarse, pienso yo...

El Paseo de Compras de Villa La Ñata ofrece alquiler de kayaks.
Una lástima, por que el lugar es maravilloso, ideal para tomar algo mientras se ve al sol ponerse tras los frondosos árboles del lado de Dique Luján, observando alguna canoa recorrer apaciblemente el curso de agua (aunque mientras escribía en mi mente estas líneas, pensaba: bienaventurados los sordos, que no perciben la cumbia furiosa de los campistas apostados a la vera del río).

De todos modos, planeamos volver. No importa que hayan arrancado tropezando, es de esperar que, pasado algún tiempo desde la inauguración, consigan todos los artefactos que  les faltan y el personal esté más entrenado y menos estresado.



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