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El Culebrón, cocina y arte en el bajo de San Isidro

Situado en la calle que lleva hacia el río (Roque Saenz Peña), El Culebrón Clandestino invita a almorzar o cenar en un clima amable y distendido, escuchando música y apreciando obras de arte originales.

Entrada del Culebrón Clandestino
La entrada del Culebrón.
Tuvimos la oportunidad de probar la cocina del Culebrón el año pasado, en la feria Bocas Abiertas, degustando unos ricos tacos de langostinos. Guiados por ese buen recuerdo, decidimos ir a conocer el restaurante y probar otras opciones del menú.

Era un soleado domingo a fines del verano. El clima fue muy conveniente para comer en el patio del restaurante, a la sombra de una enredadera, escuchando música reggae. Dado que los domingos solemos almorzar muy tarde (a las 4 de la tarde o más), habíamos llamado para reservar y para averiguar si a esa hora todavía estaría la cocina en funcionamiento. No hubo ningún problema, y la atención fue por demás amable, a pesar de la poco convencional hora.

El menú del Culebrón es sumamente escueto, cosa que, a nuestro entender, es un punto a favor; un poco por que no hay tanto para decidir, y otro poco por que un menú acotado ayuda a que los platos se preparen con mayor esmero.

Las opciones se dividen en parrilla y en cocina. La parrilla, a pesar de su nombre, no ofrece las típicas opciones de un restaurante-parrilla (chorizo, morcilla, asado, etc.), sino que incluye únicamente unas pocas preparaciones en las que el parrillero es experto: salmón, bife, bondiola y chivito (estilo uruguayo). La otra sección, titulada "La cocina de Sofía", ofrece platos originales, cabría decir "cocina de autor", si esa expresión no estuviera asociada a platos pretenciosos que priorizan el aspecto visual por sobre el gusto.

Tanto las opciones de parrilla como las de cocina presentaban el mismo esmero y cuidado en su preparación. Probamos la pizzadilla (un calzone caprese, con panceta y champignones), el chivito "full" (semejante al chivito canadiense de Uruguay, pero con carne de cerdo en lugar de lomo) y la ensalada de langostinos. Quedamos por demás satisfechos y contentos, sobre todo por haber disfrutado de una muy rica comida sin gastar mucho dinero.

Luego de comer, el lugar invita a quedarse un rato, ya sea recorriendo el atelier y el patio, observando los muchos cuadros que se exponen en cada rincón, o quizás tomado un té o un trago a la sombra de la enredadera, disfrutando de la típica bohemia de la zona ribereña de San Isidro

Arte en El Culebrón
Arte en El Culebrón.
Chivito full con papas cuñas
Chivito full con papas cuñas.
Chivito full
Un plato con mucho colesterol.
Ensalada de langostinos
Ensalada de langostinos.
El patio del Culebrón
Pablo en el patio del Culebrón.
Pizzadilla y papas cuñas.
Pizzadilla y papas cuñas.
Opiniones de los comensales:

Pablo: el lugar es muy natural y la comida es muy rica.

Nacho: en general no me gustan los lugares que parecen una casa, pero para el que le gusten, este lugar está muy bien, y la música acompaña bien al ambiente. Me gustó mucho la comida.

Gra: me gusta que los platos no sean pretenciosos, que estén acorde a su descripción y que los precios sean razonables.


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Yoko's (Maschwitz): todo mal

Fue una doble decepción, no solo por la mala experiencia, sino por que además nos borró el buen recuerdo que teníamos de la primera vez que fuimos a comer a Yoko's en Maschwitz.

Yoko's China Grill, MaschwitzLo peor no fue que nos hubieran traído un plato frío, y que al traerlo de vuelta, recalentado al microondas, tuviera sectores demasiado calientes y otros tan fríos como al principio. Tampoco que un supuesto chow-mein estuviera inundado de salsa de soja, lo que lo hacía incomible (curiosamente, en el menú había un cartel que decía que el exceso de sal en la comida es perjudicial para la salud; aparentemente el cocinero no sabe que la salsa de soja tiene una gran concentración de sal). Tampoco que en el plato que pedimos que calentaran (un wok de carne, pollo y cerdo) hubiera trozos de cerdo crudos. Ni tampoco que la cuenta fuera de un promedio de $ 150 por cubierto, lo cual es demasiado para el nivel de este restaurante.

No, nada de eso fue lo peor de esa cena. Lo peor fue que, al comentarle a la mesera lo mal que habían estado los platos, no recibimos ninguna respuesta. Una simple disculpa hubiera bastado; al fin y al cabo, cualquier cocinero puede cometer un error. Pero no, no hubo disculpa ni ninguna señal de que alguien responsable hubiera recibido la crítica. En la cuenta apareció un descuento de un 10 por ciento, el cual no sabemos si fue por pagar en efectivo (improbable, ya que el efectivo era el único medio de pago), o un reconocimiento por la baja calidad de la comida. Si fue esto último, lo consideramos un insulto.

Si un restaurante funciona mal, y además no reconoce sus errores, está condenado al fracaso. No le deseamos el fracaso a nadie, pero esperamos que los responsables de Yoko's sepan recibir una crítica y tomen alguna acción para corregir los problemas antes de que sea demasiado tarde.

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