Con el chef Diego García Tedesco en el timón, el restaurante Austria (alojado en el histórico club homónimo del bajo de San Isidro) combina genuina cocina de autor con el ambiente amistoso y campechano de un club social.
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| Salón del restaurante Austria. |
Evaluábamos opciones para ir a cenar afuera y festejar el cumple de Nacho. La idea era ir a un lugar con ambiente agradable, buena comida, y en el que pudiéramos conseguir algún descuento o aprovechar una promoción. Pero ninguna promoción de Groupon o Restorando nos convenía. Entonces pensamos en canjear puntos Quiero del banco Galicia, pero la única opción cercana era Ceviche (el restaurante, no el plato), y como ya
comprobamos en una ocasión anterior, aún con el descuento es muy caro. Entonces nuestras opciones se redujeron a dos: nuestro viejo conocido y querido
restó Florida, o el restaurante del club Austria, al que desde hace tiempo teníamos ganas de ir para ver qué otros manjares ofrecen además del goulasch y el strudel que probamos en la
feria Bocas Abiertas. En el Austria no aceptan tarjetas, pero como en este caso los plásticos no aportaban ninguna promoción, nos daba igual. Así que fuimos nomás al Austria con la esperanza de que no nos mataran con los precios y pudiéramos disfrutar de una cena agradable.
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| Patio exterior y su parra. |
Descubrimos que Austria mantiene sus cualidades de club de barrio (con todo lo bueno que ello implica), a pesar de haber quedado atrapado casi sin querer en medio del polo gastronómico del bajo de San Isidro. En los buffet o restaurantes de los clubes de barrio se suele encontrar una atención amable, una cocina esmerada, un entorno amistoso y precios moderados. Como los clubes tienen la clientela del restaurante casi asegurada, no necesitan llamar la atención artificialmente con platos y decoraciones ostentosas, ni con ingredientes de moda. Simplemente, se dedican a cocinar sus especialidades de años, manteniendo fieles y contentos a sus habitués. Y el club Austria tiene simplemente eso (que no es poco).
Por ser un sábado en pleno enero no hubo problemas para conseguir mesa; aunque tuvimos que conformarnos con una mesa interior, ya que las del patio bajo la enorme parra estaban todas ocupadas.
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| El clásico Goulasch. |
En el menú había muchas interesantes opciones de platos típicos austríacos y alemanes, junto con unas cuantas opciones para paladares más argentinos. Nuestras elecciones: sorrentinos de osobuco, goulasch con spatzle y salchichas parrilleras de pollo con dos guarniciones (papas doradas con cheddar y coleslaw). Tanto los platos, como la rapidez del servicio, como la amabilidad en la atención fueron impecables. Las porciones eran abundantes, aunque sin exagerar, y los tres platos fueron suficientes para nosotros cuatro.
A la hora del postre, pusimos a prueba la amabilidad de la moza, pidiéndole que nos trasladase a una de las mesas exteriores que para esa hora ya sea habían desocupado. No hubo ningún inconveniente. Siempre con una sonrisa, la moza nos acompañó a una mesa bajo la parra, llevando las bebidas que aún no habíamos tomado y trayéndonos los postres: ensalada de siete frutas y budín de pan con banana; simples, ricos, sin pretensiones. El final perfecto para una cena que superó nuestras expectativas.
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| Sorrentinos de osobuco. |
Salchichas parrilleras de pollo. |
Ensalda de 7 frutas. |
