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Don Carlos, cocina española (anche italiana) en Almagro

En la esquina de Billinghurst y Valentín Gómez, el restaurante Don Carlos retoma su antiguo esplendor de la mano de nuevos dueños. Con clásicos contundentes, gustos exuberantes y el mismo equipo de camareros fieles de antaño, el tradicional restaurante porteño revive las épocas gloriosas de los ñoquis del 29, el jamón crudo recién cortado, las rabas, los mariscos y las pastas al gusto criollo.

Fachada restaurante Don Carlos
Don Carlos renovó su fachada y la luce con orgullo.
Con troupe de cocina renovada y puesta en valor del edificio, la carta exhibe con orgullo algunos hitos difíciles de encontrar: cochinillo a la segoviana, cazuela de cordero patagónico, chivito a la calabresa, mondongo a la española con patitas, paella a la valenciana, cazuela de pulpo español, ranas a la provenzal, tortilla española, como rescate de lo tradicional. De la parrilla, salen el bife de chorizo de exportación con brócoli al óleo, chivito deshuesado con papas rústicas al romero, grillado de pescados y mariscos con espinacas a la crema. Por supuesto, están los gloriosos ñoquis de papa, los sorrentinos, crepes, ravioles y spaghetti que los habitué reconocerían como íconos de todos los tiempos. Al final, los postres también son un homenaje al sabor local, con la crepe Vacalín, rellena de auténtico dulce de leche Vacalín; el flan de café con crumble de almendras; y el queso manchego acompañado por dulces artesanales.

Paella valenciana restaurante Don Carlos
Paella valenciana by Don Carlos.
Con su ambientación plena de maderas y camareros elegantes, Don Carlos lleva las paredes henchidas de famosos que probaron sus clásicos o se ganaron un ñoqui de oro como premio: figuras del espectáculo, el deporte y la cultura que miran desde los muros cómo, aunque el tiempo pase, los platos que valen la pena vuelven a renacer. Las épocas doradas donde reinaban los perfumes de la añorada cocina española, con huellas de italianidad y pizcas de picardía criolla, viven en el renovado restaurante Don Carlos, reflotado ahora con nueva pasión gastronómica.

Dirección: Billinghurst 450 (esquina Valentín Gómez)
Teléfono: 4864-5208
www.doncarlos.com.ar
Consumo promedio: $250. Abierto todos los días mediodía y noche. Estacionamiento sin cargo.

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Ceviche y la cocina peruana-fusión

Solía despotricar contra el concepto gastronómico de "fusión", diciendo que era sólo un nombre para dar elegancia a ciertos estilos culinarios populares (cocina peruana, principalmente) y cobrar por ellos mucho más de lo que cobran sus cultores originales. Los restaurantes Ceviche, siendo un alto exponente del concepto de cocina peruana-fusión, eran buenos candidatos para determinar si mis críticas eran o no infundadas.
Restaurante Ceviche en La Aldea
Estilo rústico acorde a La Aldea

En el complejo La Aldea (cerca de El Sabio de Castilla) se encuentra una sucursal de Ceviche. Hacia allí nos dirigimos con un cupón de descuento que nos permitió disfrutar de una cena que de otro modo hubiera estado fuera de nuestro alcance.

Fue una de esas raras ocasiones en que pudimos salir a cenar sin los chicos. Era una noche fresca pero no mucho; ideal para cenar en una mesa al aire libre. En ese sentido, el local de Ceviche en La Aldea tiene un punto a favor: gran parte de sus mesas están en el exterior, en torno a un estanque lleno de plantas acuáticas con una suave iluminación. También en el exterior hay un deck techado, para que una noche lluviosa no arruine el plan de cenar al aire libre.

Estanque en Ceviche (Pilar)
El estanque con plantas y ranas
Los mozos (todos jóvenes y muy amables) no tardaron en acercarnos el extenso menú, en el que se ponía en evidencia el concepto de fusión: gran cantidad de platos tradicionales peruanos (y entre ellos, numerosas variantes de ceviche) con toques gourmet que justificaban sus elevados precios. Y en páginas aparte, unas cuantas opciones de sushi, algunas de invención propia.

Hubiese sido necesario un estómago y una billetera muy grandes para poder degustar una muestra significativa de esa variada carta, por lo que resolvimos elegir una entrada y un plato principal para compartir, dejando afuera las opciones "predecibles" (sushi y ceviche, básicamente) y prefiriendo platos con el potencial para sorprendernos. Así que de entrada pedimos unos langostinos "jumbo" empanados y acompañados por dos salsas, y de plato principal, pescado a la chorrillana con tacu tacu (arroz con frijoles).

Langostinos en Ceviche
Langostinos en shots con salsas
Los langostinos nos parecieron un verdadero logro del chef. El plato consistía en dos vasitos tipo "shot" llenos hasta la mitad, cada uno con una salsa diferente (una de maracuyá, muy dulce, casi una mermelada, y otra cremosa, con leche de coco). De cada vaso emergían dos enormes langostinos empanados y cocinados en el punto justo.

El pescado a la chorrillana resultó ser la definición misma de un plato bien balanceado: gran cantidad de ingredientes y condimentos combinados de tal forma que ninguno se imponía por sobre los demás, y se complementaban armoniosamente.

Pescado a la chorrillana en Ceviche
Pesca a la chorrillana
La carta de vinos fue una historia aparte. Los precios exorbitantes de las botellas estaban más o menos justificados por que eran todos vinos de alta gama. Hubiese estado bien que la carta incluyera un par de opciones no tan costosas (un Etchart Privado Torrontés, por ejemplo). No nos quedó más alternativa que pedir vino en copa, obligándonos a tomar el vino que el restaurante tuviera abierto. Resultó ser un blanco de bodegas Nieto Senetiner muy bueno (por su precio, no se podía esperar menos).

Helado de maracuyá con láminas de chocolate
Helado de maracuyá
De postre pedimos un helado de maracuyá con láminas de chocolate que resultó ser idéntico al que probamos hace un par de años en el restaurante Dashi (que también aplica el concepto de fusión, pero menos peruana). ¿Quién le habrá copiado a quién? ¿Le habrán robado al chef?

Opiniones de los comensales:

Gra: el pescado a la chorrillana con tacu tacu estaba muy rico, pero en definitiva era un filet de pescado con arroz. No tiene sentido el precio que lo cobran.

Gus: si bien salimos satisfechos de la cena, no dejo de pensar que lo de cocina peruana-fusión es una moda inventada para cobrar demasiado por platos populares. Nos queda pendiente ir a un auténtico restaurante peruano para comparar, aunque no tenga la ambientación, la atención, y probablemente la higiene, que se encuentra en un restaurante como Ceviche.

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