Los domingos son días especiales para ignorar el reloj. Para comer a la hora en que se tiene hambre y dormir al momento en que se tiene sueño. De otra forma, seguimos siendo esclavos de los horarios, y el supuesto día de descanso se vuelve tan estresante como cualquier otro día.
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| A modo de entrada: papas al verdeo |
El problema con ignorar el reloj es que los restaurantes sí tienen horarios. Entonces, quienes pasamos el domingo sin saber qué hora es y queremos salir a comer afuera, nos topamos frecuentemente con la cruel respuesta de que "la cocina ya cerró".
El domingo pasado no fue una excepción. Para colmo, perdimos mucho tiempo buscando un lugar llamado
La Concepción, que aparentemente no existe en ningún otro lugar más que en el mapa de Google (si alguien sabe dónde está y cómo llegar, por favor que nos diga).
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| Sandwich de paté |
Siendo más de las 4 de la tarde, apuntamos a Nordelta, del lado de
Bahía Grande. En casi todas las opciones gastronómicas de ese paseo nos encontramos con el consabido "la cocina está cerrada", hasta que llegamos a
Downtown Matías, donde la cocina seguía abierta y trabajando a todo vapor. Había bastante gente comiendo todavía, lo que indicaba que no éramos los únicos locos que pretendíamos almorzar casi a la hora del té.
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| Spaghetti a los cuatro quesos |
Apenas nos acercamos, una de las mozas nos invitó a sentarnos en cualquiera de las mesas, y apenas lo hicimos, nos acercó los menúes. Se nos ocurrió cronometrar los tiempos, con la idea de que, cualquier espera de más de 10 minutos, sería justificativo para levantarnos e irnos (bueno, téngase en cuenta que eran las 4 de la tarde y no habíamos almorzado, o sea que teníamos mucha hambre).
Pero no hizo falta tomar medidas tan drásticas. En 8 minutos nos trajeron las bebidas, la canasta de pan con un pote de queso crema y una entrada para compartir (una bandeja de papas al verdeo). Dos puntos positivos a destacar: el pan estaba muy fresco (a pesar de la hora) y las bebidas fueron provistas en sus envases, en lugar de llevarlas a la mesa ya servidas en los vasos.
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| Suprema Matías |
Una vez que tuvimos en la mesa la entrada, el pan y las bebidas, nos olvidamos de cronometrar. Pero los platos principales no demoraron nada. Spaghetti con salsa 4 quesos, sandwich de paté Matías, cuarto de pollo a la Jameson y una suprema Matías. Los cuatro llegaron rápidamente y coordinadamente, y eso que (a excepción de los spaghettis) no eran platos simples de preparar.
La abundancia de los platos nos dejó sin espacio para postres. Y el precio fue por demás módico: todo por 1.525 pesos. Nos llamó la atención que en la carta mencionaba el cobro de un servicio de mesa (si mal no recuerdo de 50 pesos por persona), pero en la cuenta no apareció; quién sabe si fue por olvido o por gentileza.
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| Pollo a la Jameson |
Downtown Matías se ganó nuestra simpatía y respeto. Quizás mucha gente lo clasifica como un lugar para ir a tomar una cerveza y picar algo en el after-office, pero lo cierto es que tiene una cocina de muy alto nivel; al menos la sucursal de Nordelta (no conocemos las demás). Vale la pena ir a disfrutar de un almuerzo o de una cena en un ambiente relajado, con vista a la bahía. Y lo mejor de todo es que no hay que preocuparse por el horario.
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