Un café al lado de la playa (de estacionamiento) |
A
pesar de que el entorno no lo ayuda --ya que la playa de
estacionamiento del súper no es precisamente un paisaje como para
impresionar a una dama--, Miradas al Río es un lugar de esos que
invitan. Por que ya desde afuera se nota que adentro se respira un
ambiente acogedor. Y no es sólo una sensación.
Fuimos
un sábado a eso de las 4 de la tarde, con intenciones de almorzar. A
pesar de la hora, el dueño no tuvo ningún inconveniente en preparar lo
que fuera necesario para ofrecernos el almuerzo. Las opciones de platos
no fueron precisamente variadas, pero lo que faltó en variedad sobró en
amabilidad y buena disposición.
Nuestras
preferencias fueron simples: milanesa de pollo, tostado de jamón y
queso en figazza, ensalada, algo más que no me acuerdo, gaseosas y agua
saborizada. Al poco rato llegó el pedido, pero sin el tostado de jamón y
queso. Supusimos que tardaría un poco más. Pero no era eso.
Un
rato después, el dueño nos pasó por al lado con un gesto de duda y nos
preguntó si faltaba algo. Antes de que le respondiéramos recordó el
tostado. Nos pidió millones de disculpas por el olvido. Al rato nos
trajo el tostado aclarando que no nos lo cobraría, y además nos invitó
dos cafés. De más está decir que nos quedamos felices de ver tanta
amabilidad, y me dio ganas de volver y hasta de hacerme habitué.
La luz vespertina entra por ventanales orientados al Oeste. |
El
otro detalle fueron los enchufes de electricidad situados abajo de cada
mesa. Teniendo en cuenta que el local cuenta con servicio de Wi-Fi, la
disponibilidad de muchos enchufes es un plus importante para quienes cuentan
con notebooks con escasa autonomía.
Los
cafés y el sandwich fueron gratis, pero no faltó esmero en su
preparación. Ahora es cuestión de conseguirme una excusa para pasar por
el centro de Pacheco con algo de tiempo para recalar en Miradas al Río y
disfrutar otro café y tostado, aún cuando tenga que pagarlos.
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