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Miradas al Río, café y restó en Pacheco

Un café al lado de la playa (de estacionamiento)
Pero... ¿y el río? OK, no hay río, pero el nombre le queda bien igual. Se trata de un café/restó sencillo, ubicado en la playa de estacionamiento del Carrefour de Pacheco. Está interesante para ir a picar o tomar algo cuando uno sale de hacer las compras al mediodía o a la tardecita, después de colocar el contenido del changuito en el baúl del auto (siempre y cuando no haya víveres que tengan que mantener la cadena de frío).

A pesar de que el entorno no lo ayuda --ya que la playa de estacionamiento del súper no es precisamente un paisaje como para impresionar a una dama--, Miradas al Río es un lugar de esos que invitan. Por que ya desde afuera se nota que adentro se respira un ambiente acogedor. Y no es sólo una sensación.

Fuimos un sábado a eso de las 4 de la tarde, con intenciones de almorzar. A pesar de la hora, el dueño no tuvo ningún inconveniente en preparar lo que fuera necesario para ofrecernos el almuerzo. Las opciones de platos no fueron precisamente variadas, pero lo que faltó en variedad sobró en amabilidad y buena disposición.

Nuestras preferencias fueron simples: milanesa de pollo, tostado de jamón y queso en figazza, ensalada, algo más que no me acuerdo, gaseosas y agua saborizada. Al poco rato llegó el pedido, pero sin el tostado de jamón y queso. Supusimos que tardaría un poco más. Pero no era eso.

Un rato después, el dueño nos pasó por al lado con un gesto de duda y nos preguntó si faltaba algo. Antes de que le respondiéramos recordó el tostado. Nos pidió millones de disculpas por el olvido. Al rato nos trajo el tostado aclarando que no nos lo cobraría, y además nos invitó dos cafés. De más está decir que nos quedamos felices de ver tanta amabilidad, y me dio ganas de volver y hasta de hacerme habitué.

La luz vespertina entra por ventanales orientados al Oeste.
Además de la amabilidad y el buen ambiente, hubo otros detalles que sumaron atractivo a Miradas al Río. El primero fue la música. Las canciones de “Fiebre de sábado por la noche” por sí solas me trajeron recuerdos de mi preadolescencia, pero al ver que el dueño la hacía sonar desde un disco de vinilo, por poco se me cae un lagrimón. Hasta pude recordar cuáles eran los temas que encabezaban el lado A y el lado B del disco.

El otro detalle fueron los enchufes de electricidad situados abajo de cada mesa. Teniendo en cuenta que el local cuenta con servicio de Wi-Fi, la disponibilidad de muchos enchufes es un plus importante para quienes cuentan con notebooks con escasa autonomía.

Los cafés y el sandwich fueron gratis, pero no faltó esmero en su preparación. Ahora es cuestión de conseguirme una excusa para pasar por el centro de Pacheco con algo de tiempo para recalar en Miradas al Río y disfrutar otro café y tostado, aún cuando tenga que pagarlos.

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