La intención está, pero termina siendo un reality show actuado e intrascendente. A continuación, las claves de las fallas, y algunas sugerencias acerca de cómo rescatar a este programa y convertirlo en una digna adaptación del original norteamericano.
Comencemos con un análisis de cómo funciona el show original: el chef Gordon llega al restaurante con problemas. Habla con los dueños, con los mozos, prueba la comida, visita la cocina. Esto mismo lo hizo Christophe. Hasta aquí, todo bien.
Pero una vez cumplido ese primer paso, empieza el trabajo de investigación del chef, identificando los problemas de fondo del restaurante. Detecta las fallas clave y las expone. Christophe se limita a mencionar cosas que están mal; por ejemplo, errores de los mozos, platos mal preparados, desorganización general, excesiva demora en el servicio o suciedad en la cocina. Todos esos son problemas solucionables, pero no se aclara si con la resolución de esos problemas se logra rescatar al restaurante.

Por último, la intención: en Kitchen Nightmares, el chef Gordon tiene una real intención de salvar al restaurante (o por lo menos, lo aparenta en forma muy convincente). Si es necesario, recomienda tomar medidas drásticas, como echar a un gerente o a un cocinero y reemplazarlo por alguien más ducho. En Pesadilla en la cocina, se sigue un libreto: llega el chef, critica, se enoja con los dueños, los mozos o los cocineros, les enseña alguna receta, les redecora el local, los hace llorar un poco de emoción, y todos contentos. Pero si el restaurante tenía un problema de fondo, después de todo eso es muy probable que lo siga teniendo.

Y por último: hay que ponerle subtítulos a Christophe, o ayudarlo a mejorar su pronunciación del castellano.
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