
Hay más de 70 bodegas y muchísimas etiquetas diferentes para probar. Es recomendable ir con tiempo y algo en el estómago, y con alguna idea qué vinos se van a catar, ya que la cantidad de opciones es abrumadora. Confieso que me sentí un poco perdido al principio. Al fin y al cabo, este blog se llama “Comer para contarlo”, y no “Beber para contarlo”. Sin embargo, luego de recorrer un poco y degustar algunos vinos, me sentí como en casa. Pero, como buen principiante en esto de la vitivinicultura, me dejé tentar por una mini barra donde preparaban tragos con Fernet. Acepté un fernet combinado con jugo de pomelo, el cual me restó capacidad para probar vinos.
Luego del Fernet comencé a recorrer los puestos de las bodegas hasta que me decidí a probar un vino de Barroco Wines (lo elegí por que me gustó el nombre nomás). La sommelier me preguntó si no tenía copa, y ante mi negativa, amablemente me explicó que tenía que pedir una en la entrada.

Una vez con la copa en mano, comencé la recorrida por las bodegas.
Me llamó la atención que había vinos para todos los gustos y para todos los bolsillos. Mi segunda cata fue un Syrah de Fabre Montmayou (una de las pocas bodegas que me resultaba conocida). Al sommelier le pedí si me podía enjuagar la copa con agua para evitar que el sabor se confundiera con el que había tomado antes, pero me comentó que, dado que se trataba de agua de la canilla, era preferible que el sabor se mezclara un poco con el de otro vino antes que mezclarse con esa agua.

En la recorrida fui probando al tun tun, y confieso que los tintos que probé me parecieron todos más o menos iguales, con una única excepción: el Tannat de Bodegas Garzón (uruguayo). No sabría decir qué tenía de especial, pero de todos los que probé, es el que hubiera elegido para acompañar una cena con alguna carne bien sazonada.
También me gustó un Cosecha Tardía muy dulzón y fresco, y un frizzante llamado San Putan (perdón) que aunque es el preferido de las mujeres, según me dijo la enóloga Carolina, de Uva Negra Wines, a mi me pareció muy bueno para tomar bien frío en una reunión casual con amigos.

A la cuarta o quinta copa que probé le empecé a sentir más o menos el mismo gusto a todo lo que tomaba, por lo cual lo siguiente que tomé fue la decisión de retirarme.
Al entregar la copa y recuperar mis $100, la chica me preguntó por qué me iba tan temprano, a lo cual respondí que ya había colmado mi capacidad de ingesta etílica.
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